
En la taberna , a la luz de los cirios santos , al igual que la cera grisácea corría por el tronco de los velones , la sangre de la muchacha caía incesante a la boca del depredador.
Una muchacha , con cara alegre , observa la escena , y sin pudor alguno sonríe al espectador,
¿ sera ella la próxima?
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